Cerrando la primera fecha de la fase de grupos, el H trajo consigo dos batacazos. En primer turno, la ya consolidada Colombia se pegó un porrazo contra Japón y complicó las series aspiraciones que traía de cara a esta competición. El juego arrancó mal de movida, cuando a los cinco minutos un desajuste defensivo obligó a Carlos Sánchez a meter la mano e irse expulsado. De nada sirvió su intevención, ya que el penal generado fue convertido por Kagawa. Los de Pekerman, abajo y con diez, salieron con decisión. La determinación de los de Pekerman tuvo premio, ya que Quintero lo pudo empatar pateando un tiro libre por debajo de la barrera. Tras el esfuerzo, hubo alivio. El dominio cafetero, sin ser absoluto, ya se plasmaba en el resultado.
Curiosamente, el descanso complicó los planes ascendentes de los sudamericanos. Japón se animó y aprovechó el cansancio rival para acechar su arco. Ospina empezó a revolcarse de forma intensa y el empate empezó a parecer un buen resultado. A menos de veinte del final, Osako desniveló y fue demasiado para un combinado que corrió más de lo esperado y produjo mucho menos. Fue victoria nipona e incertidumbre paisa.
Los africanos hicieron su juego, rústico pero efectivo. Tiraron pelotazos en busca del error. Y el error llegó. A los 37, el dominio polaco se tornó inútil cuando Cionek la metió en contra tras una contra. Desde ahí, crecieron los nervios y el juego se le hizo conveniente a los de verde, quienes empezaron a sentirse más cómodos. En el complemento se mantuvo esa tendencia. Niang aprovechó el horror de Krychowiak, quien la pasó mal para atrás y le sirvió el 2-0.
Más allá del acelere final y el descuento del propio Krychowiak, la actuación de los de Nawalka fue decepcionante y los condiciona severamente de cara a pasar a octavos de final. Deberán medirse con Colombia, ya no para llevarse el grupo, sino la clasificación.
En el último turno, el local se dio el gusto de saborear una casi segura clasificación a octavos. Sin gozar de las facilidades otorgadas por Arabia, el equipo de Cherchesov estuvo incómodo en el primer tiempo. Egipto tuvo más posesión y estaba con una dosis extra de confianza por tener en sus filas a Salah. Sin embargo, no pudieron generar demasiado peligro.
En el segundo tiempo, Rusia forzó con un ataque el gol en contra que abrió el partido. Fathy quiso despejar y la clavó contra un palo. Sin que los africanos pudieran reaccionar, el ahora titular Cherysev puso el 2-0 (tercero en la Copa), para ser acompañado tres minutos después por Dzyuba. De un partido cerrado a una goleada, en un cuarto de hora.
Los de Cúper se consolaron apenas mediante el VAR, que otorgó un penal para que el debutante delantero del Liverpool pudiera convertir. El tanto no alimentó ninguna reacción y el triunfo de los anfitriones no corrió peligro. En un día de revelaciones frustradas, el organizador sacó pecho y se anotó firmemente como promesa. Acá mando yo.
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