El segundo fin de semana mundialista lo inició la ascendente Bélgica, que sigue reafirmando sus credenciales. Ante un Túnez que supo complicar a Inglaterra, se floreó exponiendo su ya sabida superioridad.
El juego no tardó nada en mostrar su ADN. A los cinco minutos, el VAR corroboró la sanción de un penal que Hazard cambió por gol. La iniciativa de su equipo había redituado demasiado rápido. Tras un intento fallido, fue Lukaku el que puso el 2-0 menos de diez minutos más tarde. Sin embargo,la calma duró poco. A los diecisiete Bronn descontó y expuso cierta desconcentración de los europeos.
Desde ahí bajó la intensidad de los comandados por Fernández y los africanos crecieron, empezaron a animarse. En tiempo de descuento de la primera mitad, nuevamente Lukaku se encargó de sepultar cualquier expectativa, metiendo el tercero. El complemento vio de arranque a Hazard repitiendo para el 4-1. Desde ahí, empezaron los cambios y se reservaron energías. Batshuayi puso el quinto y descontó Khazri, ambos sobre el final. Goleada y ratificación de Bélgica, que vino a esta Copa a dejar huella.
México, con el agrande tras bajar a Alemania, debía validar aquella hazaña ganándole a Corea del Sur. De nada serviría la epopeya del inicio si se regalaban puntos. Pareció tenerlo claro el equipo de Osorio, que después de superar algunos sofocones de entrada, se adueñó del partido y lo abrió a través de un penal convertido por Vela a los veintiseis minutos. Siguió presionando, pero se fue al entretiempo con escasa diferencia.
Pese a no bajar la intensidad, le llevó veintiun minutos del complemento estirar la ventaja. Fue Chicharito Hernández el autor del gol, pegándole mordido pero con plena efectividad. Ahí si bajó el ritmo de los norteamericanos, que al no tener urgencias, dieron lugar a algunos cambios y a mover la pelota. Se encenderían las alarmas con el golazo de Son en tiempo de descuento, pero no había margen para que los asiáticos generaran un problema real, que tampoco tendría correlato con lo que pasó en el partido. Fue final para los dirigidos por el colombiano, que pusieron un pie en octavos de final, aunque sin estar clasificados.
El cierre de la jornada estuvo a cargo de la herida Alemania, que enfrentaba a la siempre peligrosa Suecia. Conscientes de su precaria situación, fueron los campeones del mundo los que tuvieron claramente la iniciativa. Con mucha dinámica. intentaron entrarle a sus rivales, que defendían muy cerca de su arco y de forma eficaz. Para colmo de males, Toivonen culminó un ataque tocándola por encima de Neuer y desató la crisis. Derrota parcial y vuelta a casa para los dirigidos por Low.
A diferencia de lo que podría leerse por estas tierras, para un equipo trabajado y con una idea clara de juego, la urgencia no se transformó en movimientos irresolutos ni pelotazos sin sentido. Los germanos consiguieron empatar apenas pasados tres minutos de la segunda parte. Fue Reus quien marcó y aportó calma.
Sin embargo, el empate mantenía a los bávaros en una posición precaria: un empate entre México y Suecia en la última fecha los dejaba afuera, pese a que pudieran golear. No había más opción que ganar.
Tras no desesperarse y buscar con fórmulas habitualmente efectivas, se le hacía imposible a los tetracampeones meter el segundo gol. Ya tenían uno menos por expulsión de Boateng, pero su actitud y determinación permitieron invisibilizar esa diferencia.
Cuando realmente todo parecía perdido (aún para esta selección habituada a no rendirse) apareció uno de sus cracks menos marketineros: el enorme Toni Kroos culminó una serie de toques a la salida de un tiro libre metiendo un tiro espectacular desde un ángulo complicado. Premio para el que buscó y lo hizo con armas nobles. Los que fueron a ver caer su corona, debieron irse cabizbajos y guardándose el deseo para otra ocasión
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