El primer fin de semana mundialista arrancó con uno de los aparentes candidatos al título: Francia tuvo que trabajar bastante para llevarse los tres puntos contra una combativa Australia. De entrada los galos aparecieron con peligro, vía Mbappé y Griezmann. Mostraron como mejor arma una dinámica interesante, que por momentos acorraló a los oceánicos. Sin embargo, estos tampoco se dejaron avasallar pasivamente. Devolvieron los golpes cuando pudieron y amenazaron con un tiro libre que hizo volar a Lloris. El partido se abrió con una imperceptible falta al rubio delantero del Atlético de Madrid, que fue cobrada a partir de chequear con el VAR. Penal y gol para él.
Pero duró poco: una absurda mano de Umtiti derivó en otra pena máxima. Ejecutó Jedinak y rápidamente quedaron 1-1. El partido se puso espeso y los europeos no le encontraban la vuelta: Deschamps se la jugó sacando nada menos que a Griezmann y a Dembelé. Entraron Giroud y Fekir. A diez del final, el primero de ellos combinó con Mbappé y Pogba, quien marcó el 2-1 (aunque finalmente la FIFA se lo consignó a Aziz Behich en contra.
Australia intentó reaccionar pero no tuvo fuerza ni ideas. Fue triunfo de uno de los candidatos, al que no le sobró demasiado.
El segundo partido del día tuvo como protagonista a Argentina. Se enfrentó a Islandia, equipo revelación de la Euro 2016 pero evidentemente inferior. Esa tendencia se evidenció por las intenciones de cada uno. Los de Sampaoli tenían abrumadora supremacía en la tenencia, mientras que los debutantes se ocupaban de cerrar caminos.
Abrió el resultado Aguero, que con un arrebato individual terminó clavando un gran zurdazo. No hubo margen para que eso relajara a los albicelestes. Cuatro minutos después, Finnbogasson empató ante las dudas de la defensa. La igualdad se mantuvo el resto de la primera parte porque los dirigidos por Hallgrímsson no tuvieron precisión en sus aproximaciones y se conformaron rápido. Argentina tuvo momentos donde estaba para el cachetazo.
En el complemento hubo un refuerzo en la actitud de los sudamericanos, que buscaron desnivelar con más ganas y algo de fundamento extra. Se encontraron con un muro infranqueable, ya que la sólida resistencia de los europeos no mostró fisuras. Para colmo, surgió un penal y Messi no pudo, como toda la tarde. Halldórsson voló a su derecha y clausuró toda expectativa. El ingreso de Banega por un muy flojo Biglia no modificó radicalmente el trámite, cosa que sí ocurrió con los quince minutos de Pavón. En ellos, el delantero de Boca mostró mucho más que todo lo previo exhibido por Di María. Hubo mucho movimiento de la pelota y voluntad, pero pocas ideas. Fue empate y una carga extra de presión para el bicampeón mundial de cara al duelo con Croacia.
Luego fue el turno de Perú, que volvía a la Copa luego de 36 años. En su duelo frente a Dinamarca, no pareció pesarle. De hecho, tuvo iniciativa como para paear más de quince veces al arco. Por supuesto, eso se vio contrastado con la falta de eficacia. En el inicio, los de Gareca llegaron con intensidad, y pese a cierta reacción danesa, fueron claros dominadores. Esa mitad se cerró con un penal a favor, que Cueva envió por encima del travesaño. Los lamentos evidenciaban lo que se venía.
En la segunda parte, los dirigidos por Hareide salieron con otra actitud. Tocaron, tuvieron la pelota y acorralaron a los rojiblancos. Estos respondieron un par de veces, sin salir del asedio. Como fallaron, los escandinavos facturaron. Un mano a mano de Poulsen definido al primer palo estableció una injusta pero lógica diferencia.
La media hora restante se consumió en intentos de empate (con el ingreso del siempre peligroso Paolo Guerrero, que hasta lo tuvo de taco) pero no hubo caso. Lo que no se logró estando 0 a 0, se hizo cuesta arriba en desventaja. Fue triunfo danés y quiebre en el Grupo B, que en los papeles tiene como principal candidato a Francia.
En el último juego del día, Croacia salió de arranque a buscar el triunfo frente a una Nigeria algo caótica. Encontró a la media hora una jugada fortuita, que culminó con gol en contra de Etebo. Eso empezó a resolverle gran parte de sus problemas.
A partir de ahí, la ex república yugoslava se dedicó a esperar el accionar de los africanos, quienes no tuvieron variantes como para ser cabezas de cartel. Cederles el protagonismo era la forma más eficaz de complicarlos.
El juego estuvo prácticamente dormido entre imprecisiones y algunas buenas intenciones, hasta a que a veinte minutos del final, un penal terminó de sentenciar lo que se olía desde el principio. Modric puso el 2-0 y se acabó todo atisbo de juego. La sabiduría de los balcánicos y la experiencia de sus figuras (el autor del segundo gol, Rakitic, Mandzukic) fue más que suficiente para encarrilar este trámite. Ahora les toca dirimir con Argentina quien se impondrá en el grupo que comparten.
Pasó una jornada muy cargada, donde un candidato ratificó, otro no arrancó y dos europeos se impusieron en circunstancias disímiles. Cualquier semejanza con la realidad, es mera coincidencia.
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