Pasadas las broncas y los coletazos de la eliminación copera, quedan las cenizas. El resabio de lo que pudo ser. A partir de ahí, llegan las primeras conclusiones.
El equipo
Boca llegó a una semifinal que podía esperarse en algún momento, pero no en tiempos recientes. Inmerso en una crisis de juego desde hace meses, el equipo vio salir a Arruabarrena del banco, poco después de dos títulos que "blindaban" su continuidad. El 2016 arrancó tenue y con una derrota dolorosa contra San Lorenzo. El ex entrenador, quien ya había probado hasta donde le daba en su puesto, no mostró respuestas. Llegó Guillermo Barros Schelotto, con una espalda enorme y con varios conceptos criteriosos que sirvieron para generar orden. Pero este combinado no es el de 2015 y ni siquiera era tan bueno entonces. El torneo local fue penoso, los suplentes que lo jugaron nunca dieron la talla (y confirmaron que no hay un plantel largo) y en la Copa se avanzó con sufrimiento siempre. Se la pasó mal por momentos contra Cerro y Nacional, en ambos partidos. Siempre se alternaron momentos de contundencia y dominio con otros de desconcierto y viendo la pelota en los pies del rival. Contra Independiente fue igual. Hubo ventaja en la ida y en la vuelta, contundencia y momentos de buen fútbol. Pero siempre esos instantes se diluyeron de manera inexplicable. En octavos y cuartos fue un aviso, después fue derrota.
Los jugadores
Es un lugar común hablar de ciclos cumplidos cuando se pierde o se culmina una instancia. Posiblemente en Boca los hay desde hace tiempo. No necesariamente obedecen a rendimientos sino a un conjunto de cualidades que se esperan/necesitan de algunos jugadores. Orión mostró algo superlativo contra Nacional y defeccionó contra Independiente. Cata Díaz y el recién llegado Insaurralde tienen historia pero bastante edad (sobre todo el primero) y se lee peligroso que ambos sean los centrales. Los tres son "referentes" cuestionados, asociados a la derrota y eso hace mella. Peruzzi vive lesionado, lo que atenta contra cualquier análisis. El medio extraña a Gago pero Cubas ya empieza a tener sus propias responsabilidades. También Pérez, pero no unas que excedan su talento. El caso paradigmático es el de Tevez. Apañado por el periodismo cómplice y servil, mostró destellos de talento en 2015 y muy poco este año. Es un gran jugador, pero en las difíciles no te salva nunca. Hay tipos que nacen con esa facultad, otros no. Creer otra cosa ya trasciende al propio jugador. Tampoco hay suplentes de relevancia. En la semifinal no había expectativa alguna de un recambio salvador.
El técnico
A Guillermo empezaron a caerle las primeras críticas, dado que tuvo un mes para laburar con el equipo y llegaron los primeros refuerzos propios. Al ex jugador le cabe la responsabilidad por lo que hagan los recién llegados (no tanto por ponerlos, como algunos cuestionaron). Zuqui tuvo que jugar por las urgencias del puesto. Benedetto y Bou tuvieron oportunidades limitadas y eso hace imposible juzgarlos. En las semifinales el alineador no pudo revertir la tendencia lagunera de sus dirigidos y tampoco pudo dormir los partidos en contextos favorables. La falta de respuestas individuales corresponde a los que entran a la cancha. Cabe preguntarse si había mejores nombres para elegir. Sin ser oportunista, habría que decir que no.
La dirigencia
Nefasta como siempre. Lanzado de lleno a ejercer su voz de mando en el poder judicial y siendo el hombre de Macri en el proyecto de la Superliga, Angelici ni apareció en Boca. Segundones sin peso se ocuparon de tomar protagonismo y fueron aún más lamentables que él. Llenaron micrófonos mostrando "optimismo" en pasar de ronda, pese a que no consiguieron los mejores refuerzos y son responsables de haber confeccionado este plantel. Regalaron a Lodeiro, desperdiciaron la chance de quedarse con Tobio (y antes, con Forlín, Torsiglieri y Burdisso). Se pelearon por entradas para la ida y dejaron gente afuera (como siempre) a la vuelta. Nunca se hacen cargo de nada y en la mala desaparecen de las fotos.
El futuro
Pasados unos días no hubo grandes novedades. El técnico cuenta con un mes para reformular y se estima que pedirá jugadores. Lo curioso es suponer que esto se dará una vez consumada la derrota, cuando una victoria y un potencial mundial de clubes hubiese sido un sustento mucho mayor para reclamar nombres rutilantes. Se habla de salidas de "líderes", pero ninguno dio el paso adelante. Falta de grandeza o búsqueda de revancha, dependerá de quien lo mire. A Boca parece alcanzarle por ahora para hacer un digno papel en lo que se viene. Si quiere volver a ser un gigante, deben cambiar nombres, actitudes y compromisos, en todas las patas que hacen al fútbol del club.
El equipo
Boca llegó a una semifinal que podía esperarse en algún momento, pero no en tiempos recientes. Inmerso en una crisis de juego desde hace meses, el equipo vio salir a Arruabarrena del banco, poco después de dos títulos que "blindaban" su continuidad. El 2016 arrancó tenue y con una derrota dolorosa contra San Lorenzo. El ex entrenador, quien ya había probado hasta donde le daba en su puesto, no mostró respuestas. Llegó Guillermo Barros Schelotto, con una espalda enorme y con varios conceptos criteriosos que sirvieron para generar orden. Pero este combinado no es el de 2015 y ni siquiera era tan bueno entonces. El torneo local fue penoso, los suplentes que lo jugaron nunca dieron la talla (y confirmaron que no hay un plantel largo) y en la Copa se avanzó con sufrimiento siempre. Se la pasó mal por momentos contra Cerro y Nacional, en ambos partidos. Siempre se alternaron momentos de contundencia y dominio con otros de desconcierto y viendo la pelota en los pies del rival. Contra Independiente fue igual. Hubo ventaja en la ida y en la vuelta, contundencia y momentos de buen fútbol. Pero siempre esos instantes se diluyeron de manera inexplicable. En octavos y cuartos fue un aviso, después fue derrota.
Los jugadores
Es un lugar común hablar de ciclos cumplidos cuando se pierde o se culmina una instancia. Posiblemente en Boca los hay desde hace tiempo. No necesariamente obedecen a rendimientos sino a un conjunto de cualidades que se esperan/necesitan de algunos jugadores. Orión mostró algo superlativo contra Nacional y defeccionó contra Independiente. Cata Díaz y el recién llegado Insaurralde tienen historia pero bastante edad (sobre todo el primero) y se lee peligroso que ambos sean los centrales. Los tres son "referentes" cuestionados, asociados a la derrota y eso hace mella. Peruzzi vive lesionado, lo que atenta contra cualquier análisis. El medio extraña a Gago pero Cubas ya empieza a tener sus propias responsabilidades. También Pérez, pero no unas que excedan su talento. El caso paradigmático es el de Tevez. Apañado por el periodismo cómplice y servil, mostró destellos de talento en 2015 y muy poco este año. Es un gran jugador, pero en las difíciles no te salva nunca. Hay tipos que nacen con esa facultad, otros no. Creer otra cosa ya trasciende al propio jugador. Tampoco hay suplentes de relevancia. En la semifinal no había expectativa alguna de un recambio salvador.
El técnico
A Guillermo empezaron a caerle las primeras críticas, dado que tuvo un mes para laburar con el equipo y llegaron los primeros refuerzos propios. Al ex jugador le cabe la responsabilidad por lo que hagan los recién llegados (no tanto por ponerlos, como algunos cuestionaron). Zuqui tuvo que jugar por las urgencias del puesto. Benedetto y Bou tuvieron oportunidades limitadas y eso hace imposible juzgarlos. En las semifinales el alineador no pudo revertir la tendencia lagunera de sus dirigidos y tampoco pudo dormir los partidos en contextos favorables. La falta de respuestas individuales corresponde a los que entran a la cancha. Cabe preguntarse si había mejores nombres para elegir. Sin ser oportunista, habría que decir que no.
La dirigencia
Nefasta como siempre. Lanzado de lleno a ejercer su voz de mando en el poder judicial y siendo el hombre de Macri en el proyecto de la Superliga, Angelici ni apareció en Boca. Segundones sin peso se ocuparon de tomar protagonismo y fueron aún más lamentables que él. Llenaron micrófonos mostrando "optimismo" en pasar de ronda, pese a que no consiguieron los mejores refuerzos y son responsables de haber confeccionado este plantel. Regalaron a Lodeiro, desperdiciaron la chance de quedarse con Tobio (y antes, con Forlín, Torsiglieri y Burdisso). Se pelearon por entradas para la ida y dejaron gente afuera (como siempre) a la vuelta. Nunca se hacen cargo de nada y en la mala desaparecen de las fotos.
El futuro
Pasados unos días no hubo grandes novedades. El técnico cuenta con un mes para reformular y se estima que pedirá jugadores. Lo curioso es suponer que esto se dará una vez consumada la derrota, cuando una victoria y un potencial mundial de clubes hubiese sido un sustento mucho mayor para reclamar nombres rutilantes. Se habla de salidas de "líderes", pero ninguno dio el paso adelante. Falta de grandeza o búsqueda de revancha, dependerá de quien lo mire. A Boca parece alcanzarle por ahora para hacer un digno papel en lo que se viene. Si quiere volver a ser un gigante, deben cambiar nombres, actitudes y compromisos, en todas las patas que hacen al fútbol del club.
Comentarios