Boca no tiene tiempo de celebrar la vuelta de Bianchi: Las urgencias piden la vuelta de Riquelme.
Advertencia: Esta nota carece de intereses externos al juego de Boca, ya sean rencores hacia su actual DT por su aversión al periodismo u alguno ligado a factores económicos o egocentrismos varios.
No es ninguna novedad: Boca juega poco y mal. Tampoco es ninguna tragedia. Desde el regreso de su más exitoso entrenador, apenas disputó cuatro partidos, demasiado pocos para un balance profundo.
Comenzó ganándole con muchos contratiempos a Quilmes, mostrando una guapeza que le permitió revertir un resultado con uno menos. Esa actitud le faltó contra Toluca para sostener un resultado a favor, le faltó a la hora de generar ideas contra Tigre, y le volvió a faltar en la derrota de hoy frente a All Boys.
El partido de Boca en Floresta comenzó siendo parejo, cuando All Boys todavía no había desplegado mucho de su mejor juego. El primer tiempo terminó equilibrado, aburrido, chato.
En el complemento All Boys se animó y desató la hecatombre. Gol de Ahumada, penal (con varios penales en la misma jugada) y gol de Vildozo. Y a partir de ahí, estar al borde del abismo. Ustari revolcándose para evitar una goleada más anímica y morbosa que futbolística. Arrebatos de jugadores que portan mucho nombre y poca actualidad.
Bianchi, quien pone en juego mucho de su bronca, se mantiene sereno. Sobre todo por que ante éstos tiempos donde se busca sangre como un santo grial, el antídoto es evitar el más ligero roce público.
Estos nombres, que en 2012 exhibían poquísimo juego con Falcioni pero tenían una cierta solidez defensiva (impensado creer que se perdió toda con la ida de Schiavi) ahora cometen errores increíbles en defensa. Ribair Rodriguez y Chiqui Pérez se suman y contribuyen al desconcierto. Difícil culpar al técnico cuando unos jugadores de peso fallan tanto y con errores tan conceptuales. Cuando nadie rompe el molde ni se desmarca. Cuando los centros frontales, aburridos y obvios llegan desde mitad de cancha, con menos ideas que una tira de Suar.
De repente pareciera que un plantel integrado por seleccionables (o ex) como Orión, Ustari, Clemente, Burdisso, Erviti, Silva, Viatri, Ledesma o Martínez carece de variantes, que no tiene ideas para quebrar a oponentes inferiores como Tigre o All Boys. No propone. Sale a ver que pasa. Se le van los minutos esperando que algo ocurra, mientras el rival de turno se agranda y tiene una sesión de terapia express, donde se saca los complejos y se termina animando.
A todo esto, se hace indispensable la vuelta de Sánchez Miño y sobre todo, la de Riquelme. Dos usinas futbolísticas y sobre todo en el caso del 10, un pararayos respecto a las cargas que recaen hoy sobre muchos jugadores cuestionados. Suena ingenuo creer que el enganche va a resolver los desconceptos de una defensa que no sabe salir a presionar sin quedar pagando, pero está demostrado que Riquelme en cancha mejora hasta a los alcanzapelotas.
Tiempo es lo que se necesita. Se dice que los equipos de Bianchi especulan y que Román es lento. No los apuren ahora.
Advertencia: Esta nota carece de intereses externos al juego de Boca, ya sean rencores hacia su actual DT por su aversión al periodismo u alguno ligado a factores económicos o egocentrismos varios.
No es ninguna novedad: Boca juega poco y mal. Tampoco es ninguna tragedia. Desde el regreso de su más exitoso entrenador, apenas disputó cuatro partidos, demasiado pocos para un balance profundo.
Comenzó ganándole con muchos contratiempos a Quilmes, mostrando una guapeza que le permitió revertir un resultado con uno menos. Esa actitud le faltó contra Toluca para sostener un resultado a favor, le faltó a la hora de generar ideas contra Tigre, y le volvió a faltar en la derrota de hoy frente a All Boys.
El partido de Boca en Floresta comenzó siendo parejo, cuando All Boys todavía no había desplegado mucho de su mejor juego. El primer tiempo terminó equilibrado, aburrido, chato.
En el complemento All Boys se animó y desató la hecatombre. Gol de Ahumada, penal (con varios penales en la misma jugada) y gol de Vildozo. Y a partir de ahí, estar al borde del abismo. Ustari revolcándose para evitar una goleada más anímica y morbosa que futbolística. Arrebatos de jugadores que portan mucho nombre y poca actualidad.
Bianchi, quien pone en juego mucho de su bronca, se mantiene sereno. Sobre todo por que ante éstos tiempos donde se busca sangre como un santo grial, el antídoto es evitar el más ligero roce público.
Estos nombres, que en 2012 exhibían poquísimo juego con Falcioni pero tenían una cierta solidez defensiva (impensado creer que se perdió toda con la ida de Schiavi) ahora cometen errores increíbles en defensa. Ribair Rodriguez y Chiqui Pérez se suman y contribuyen al desconcierto. Difícil culpar al técnico cuando unos jugadores de peso fallan tanto y con errores tan conceptuales. Cuando nadie rompe el molde ni se desmarca. Cuando los centros frontales, aburridos y obvios llegan desde mitad de cancha, con menos ideas que una tira de Suar.
De repente pareciera que un plantel integrado por seleccionables (o ex) como Orión, Ustari, Clemente, Burdisso, Erviti, Silva, Viatri, Ledesma o Martínez carece de variantes, que no tiene ideas para quebrar a oponentes inferiores como Tigre o All Boys. No propone. Sale a ver que pasa. Se le van los minutos esperando que algo ocurra, mientras el rival de turno se agranda y tiene una sesión de terapia express, donde se saca los complejos y se termina animando.
A todo esto, se hace indispensable la vuelta de Sánchez Miño y sobre todo, la de Riquelme. Dos usinas futbolísticas y sobre todo en el caso del 10, un pararayos respecto a las cargas que recaen hoy sobre muchos jugadores cuestionados. Suena ingenuo creer que el enganche va a resolver los desconceptos de una defensa que no sabe salir a presionar sin quedar pagando, pero está demostrado que Riquelme en cancha mejora hasta a los alcanzapelotas.
Tiempo es lo que se necesita. Se dice que los equipos de Bianchi especulan y que Román es lento. No los apuren ahora.
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