Año Segundo
Edición Décimosegunda
"Mi sueño es jugar en el Mundial". Eso decía un chico de 10 años en blanco y negro, 6 años antes de debutar y empezar a convertirse en un revolucionario de éste deporte, el fútbol.
Casi 40 años después, el mismo mundo futbolístico observa maravillado como un señor de casi 36, se levanta de todos sus golpes, cada vez más pesado, cada vez más gastado y suelta un "Mi sueño es jugar el Mundial".
No hablamos de otro que no sea Martín Palermo. La última gran leyenda viviente. El que ya no sorprende ni al más entrenado de los escépticos. Ayer metió un gol de cabeza desde 40 metros. Antes fué un penal con las dos piernas. Un gol de media cancha. Cuatro goles en un partido. Veinte en un torneo. Siempre hay algo.
Pero cuando se habla de la fuerza que tiene Palermo al cabecear, inconscientemente se alude a su verdadera fuerza. A la fuerza de su cabeza, pero la que hay en su carácter. Ya convertido en leyenda, va por más. No contento con su gol 200 de ayer, va por el récord de Cherro, como antes fué por el de Varallo.
¿Pero que son los récords para alguien que juega un partido luego de perder un hijo y mete dos goles? Que se rompe la rodilla tres veces. Justo antes de ser vendido. Justo antes de un Mundial. Y justo antes de ser convocado a la Selección luego de nueve años.
Pero Palermo supera cualquier razonamiento terrestre. Absorbe las burlas por sus torpes movimientos, las risotadas que le espetan los que aluden a su lentitud. Y sigue. Le mete dos goles al Real Madrid y es campeón del mundo. Le hace goles a River. Erra tres penales y al siguiente partido convierte. Inventa goles donde no hay. Muestra vigencia cuando otros sólo tienen historia.
Un golazo a Estudiantes la semana pasada, dos goles a Ghana entre semana, en su vuelta a la selección luego de diez años. Un gol antológico a Vélez para que sigamos hablando de él. Nunca mejor puesto un apodo: "El optimista del gol" , el que siempre vé la luz al final del tunel. Por que no hay nadie más optimista que él. Mientras el debate sobre su lugar en el equipo de Maradona comienza, él avanza firme. Y ya sabemos lo que va a pasar. Finjamos sorpresa.
Edición Décimosegunda
"Mi sueño es jugar en el Mundial". Eso decía un chico de 10 años en blanco y negro, 6 años antes de debutar y empezar a convertirse en un revolucionario de éste deporte, el fútbol.
Casi 40 años después, el mismo mundo futbolístico observa maravillado como un señor de casi 36, se levanta de todos sus golpes, cada vez más pesado, cada vez más gastado y suelta un "Mi sueño es jugar el Mundial".
No hablamos de otro que no sea Martín Palermo. La última gran leyenda viviente. El que ya no sorprende ni al más entrenado de los escépticos. Ayer metió un gol de cabeza desde 40 metros. Antes fué un penal con las dos piernas. Un gol de media cancha. Cuatro goles en un partido. Veinte en un torneo. Siempre hay algo.
Pero cuando se habla de la fuerza que tiene Palermo al cabecear, inconscientemente se alude a su verdadera fuerza. A la fuerza de su cabeza, pero la que hay en su carácter. Ya convertido en leyenda, va por más. No contento con su gol 200 de ayer, va por el récord de Cherro, como antes fué por el de Varallo.
¿Pero que son los récords para alguien que juega un partido luego de perder un hijo y mete dos goles? Que se rompe la rodilla tres veces. Justo antes de ser vendido. Justo antes de un Mundial. Y justo antes de ser convocado a la Selección luego de nueve años.
Pero Palermo supera cualquier razonamiento terrestre. Absorbe las burlas por sus torpes movimientos, las risotadas que le espetan los que aluden a su lentitud. Y sigue. Le mete dos goles al Real Madrid y es campeón del mundo. Le hace goles a River. Erra tres penales y al siguiente partido convierte. Inventa goles donde no hay. Muestra vigencia cuando otros sólo tienen historia.
Un golazo a Estudiantes la semana pasada, dos goles a Ghana entre semana, en su vuelta a la selección luego de diez años. Un gol antológico a Vélez para que sigamos hablando de él. Nunca mejor puesto un apodo: "El optimista del gol" , el que siempre vé la luz al final del tunel. Por que no hay nadie más optimista que él. Mientras el debate sobre su lugar en el equipo de Maradona comienza, él avanza firme. Y ya sabemos lo que va a pasar. Finjamos sorpresa.
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