Año Segundo
Edición Décima
Bolivia voló a 3600 metros de altura y fué demasiado para una Argentina que jamás subió desde el llano. Fue paliza, 6-1.
Mientras los ecos del "fútbol total" del sábado todavía resuenan entre voces discordantes (que hasta ayer no lo eran) , Argentina se recupera de un duelo nacional a nivel político. Por suerte, todavía un duelo futbolístico no adquiere magnitud suficiente para desplazar a uno de nivel ejecutivo.
Quizás eso y el efecto de la altura atenúen el terrible porrazo que el fútbol argentino se llevó de La Paz. Tierra inhóspita para la mayoría, la ciudad boliviana estuvo de fiesta al compás de una selección muy pobre que, ante una potencia y en circunstancias favorables, se vistió de gala.
Ahora, con la lógica resultadista, suena entendible la decisión de Bolivia de guardar jugadores para enfrentar a Argentina: Quizá estrategicamente sonaba más sencillo apostar a vencer a Colombia y resignarse ante Argentina. Pero esos son planes de equipos con aspiraciones mundialistas. Para Bolivia, lejos de toda ilusión, los Mundiales son dos: Brasil y Argentina. Y para ellos guarda su mejor vajilla.
El equipo de Maradona fué fiel reflejo de lo que su DT pregonaba: La altura no importaba y tan sólo se hacía algun retoque mínimo en la formación, más producto de tomar recaudos por ser visitante que otra cosa. Se llegó sobre la hora a La Paz, algo dudosamente cuestionable (recordar que hubo sobrados casos de equipos que llegaron a última hora y se impusieron) pero el error estuvo en otro lado: Al minimizar la altura, esconder los tubos de oxígeno y pretender salir a jugar de igual a igual, no se puede contrarrestar un declive físico evidente que provoca estar a esa distancia del mar. Argentina, que no supo usar la altura a su favor, se topó con un equipo boliviano que, además de saberse todos los trucos, tuvo una precisión y un hambre que generalmente no son patrimonio suyo.
Luego de algunos arrebatos individuales cuando el partido era tal, Argentina se vió superada y sin respuestas como pocas veces. A la falta de aire se le sumó una confusión total. Di María expulsado a poco de entrar, confirmó esta tendencia. Las estrellas parecían amateurs y cuando ya no encontraban respuestas para ir por un empate, se desesperaban comprobando que tampoco eran capaces de mantener el resultado.
Casualidades fútboleras, otra vez fué un Carrizo quien recibió 6 goles en un partido de Selección mayor. Aquella vez el desastre de Suecia fué un punto de inflexión en el mar de desconcierto que era el combinado nacional. Al año siguiente de aquella patinada, se ganó una Copa América de forma brillante superando al Brasil Campeón del Mundo de Pelé. Todavía hay margen de absorber el golpe y lograr que el apellido Carrizo no sea la única coincidencia entre ambas selecciones.
Edición Décima
Bolivia voló a 3600 metros de altura y fué demasiado para una Argentina que jamás subió desde el llano. Fue paliza, 6-1.
Mientras los ecos del "fútbol total" del sábado todavía resuenan entre voces discordantes (que hasta ayer no lo eran) , Argentina se recupera de un duelo nacional a nivel político. Por suerte, todavía un duelo futbolístico no adquiere magnitud suficiente para desplazar a uno de nivel ejecutivo.
Quizás eso y el efecto de la altura atenúen el terrible porrazo que el fútbol argentino se llevó de La Paz. Tierra inhóspita para la mayoría, la ciudad boliviana estuvo de fiesta al compás de una selección muy pobre que, ante una potencia y en circunstancias favorables, se vistió de gala.
Ahora, con la lógica resultadista, suena entendible la decisión de Bolivia de guardar jugadores para enfrentar a Argentina: Quizá estrategicamente sonaba más sencillo apostar a vencer a Colombia y resignarse ante Argentina. Pero esos son planes de equipos con aspiraciones mundialistas. Para Bolivia, lejos de toda ilusión, los Mundiales son dos: Brasil y Argentina. Y para ellos guarda su mejor vajilla.
El equipo de Maradona fué fiel reflejo de lo que su DT pregonaba: La altura no importaba y tan sólo se hacía algun retoque mínimo en la formación, más producto de tomar recaudos por ser visitante que otra cosa. Se llegó sobre la hora a La Paz, algo dudosamente cuestionable (recordar que hubo sobrados casos de equipos que llegaron a última hora y se impusieron) pero el error estuvo en otro lado: Al minimizar la altura, esconder los tubos de oxígeno y pretender salir a jugar de igual a igual, no se puede contrarrestar un declive físico evidente que provoca estar a esa distancia del mar. Argentina, que no supo usar la altura a su favor, se topó con un equipo boliviano que, además de saberse todos los trucos, tuvo una precisión y un hambre que generalmente no son patrimonio suyo.
Luego de algunos arrebatos individuales cuando el partido era tal, Argentina se vió superada y sin respuestas como pocas veces. A la falta de aire se le sumó una confusión total. Di María expulsado a poco de entrar, confirmó esta tendencia. Las estrellas parecían amateurs y cuando ya no encontraban respuestas para ir por un empate, se desesperaban comprobando que tampoco eran capaces de mantener el resultado.
Casualidades fútboleras, otra vez fué un Carrizo quien recibió 6 goles en un partido de Selección mayor. Aquella vez el desastre de Suecia fué un punto de inflexión en el mar de desconcierto que era el combinado nacional. Al año siguiente de aquella patinada, se ganó una Copa América de forma brillante superando al Brasil Campeón del Mundo de Pelé. Todavía hay margen de absorber el golpe y lograr que el apellido Carrizo no sea la única coincidencia entre ambas selecciones.
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